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Aborto: muerte por decisión ajena

En la antesala de una nueva batalla por la vida

En una nueva demostración de desprecio por la vida humana y de obediencia a la agenda global del Anticristo –que parece haberse instalado entre nosotros–, el Gobierno argentino envió al Congreso el proyecto de Ley de Despenalización del Aborto, falsamente denominado “ILE” (Interrupción Legal del Embarazo). Ya desde los años de esplendor de Visión Joven en su formato impreso, defendimos la vida del niño por nacer a través de artículos en los que se creaba conciencia acerca de este crimen que, en aquellos tiempos, buscaba la aprobación popular. A lo largo del primer lustro de existencia de la revista, se escribieron no menos de 6 artículos relacionados con esta práctica aberrante que hoy quieren convertir en ley.

Al releer este artículo escrito hace 30 años y los recuadros que hemos agregado en esta nueva entrega, no dejamos de asombrarnos de la actualidad que tenía entonces y ahora.

El aborto es un tema que para muchos, era lejano. Pero la práctica existió siempre; la idea de exterminar la vida de un bebé no deseado, fue siempre una alternativa. Hoy, estamos ante un escenario que “evolucionó” en su alcance por convertir un tema tabú en un tema aceptable, para pasar a ser un tema “lógico” y finalmente, una ley. Si midieramos esa evolución según la teoría de la Ventana de Overton, diríamos que ya cruzamos la mitad del camino.

A través de este informe de Visión Joven, vamos a rememorar aquella nota a la que pusimos por título “Aborto: Muerte por decisión ajena”, con una fuerte ilustración de Gustavo Mazali, que pinta claramente el panorama. Al releer este artículo escrito hace 30 años y los recuadros que hemos agregado en esta nueva entrega, no dejamos de asombrarnos de la actualidad que tenía entonces y ahora.

Por supuesto, ante esta nueva oleada por querer legalizar el aborto, nuevas voces se han levantado para defender la vida desde la concepción. Desde la medicina, la bioética, el derecho, la fe y el sentido común, innumerables referentes del denominado sector provida han sabido esgrimir categóricas definiciones para que el aborto no sea una opción sin consecuencias en esta vida ni en la próxima.

Algunos de ellos han colaborado con esta nota mientras se preparan para la manifestación que se realizará el sábado 28 de noviembre 2020 a las 15:00 horas en las inmediaciones del Congreso de la Nación para decirle al Gobierno que Argentina ama la vida...

Hoy, estamos ante un escenario que “evolucionó” en su alcance por convertir un tema tabú en un tema aceptable, para pasar a ser un tema “lógico” y finalmente, una ley.

Cuando a lo malo, llaman "bueno"

En Isaías 5:20, la biblia proclama ayes y advierte sobre el juicio de la ira de Dios que caerá sobre los inicuos que “a lo malo llaman bueno, y a lo bueno malo”. Si permanecen en esa actitud –sean ateos o “cristianos”–, pronto perecerán, y no habrá quien los ayude. Jesucristo, el dueño y dador de la vida está a las puertas, y mientras observamos asombrados el cumplimiento de las señales de los últimos días, profetizado en las Escrituras, es de vital importancia que nos hagamos la pregunta: ¿estamos en paz con Dios, para su inminente regreso?

Aborto: Muerte por decisión ajena

Una joven paciente entra en el consultorio. Nerviosamente toma asiento y sonríe. –"¿Cuál es el motivo de la consulta?", pregunté candorosamente.
–"Necesito un electrocardiograma porque me tengo que operar".
–"Muy bien. ¿De qué se va a operar?"
–"Estoy embarazada".
–"Sí, muy bien. Pero, ¿de qué se va operar?", insistí ingenuamente. En realidad, no es demasiado común que una embarazada deba ser operada durante su gestación.
–"Estoy embarazada", repitió la joven, como repitiendo lo obvio.
–"Disculpe, pero no la entiendo”, le dije. “Está embarazada, ya me lo dijo, pero quisiera saber de qué problema la van a operar"
–"Doctor, me voy a hacer un aborto".

Un delito de homicidio, agravado por el vínculo 

Yo no podía salir de mi asombro. El aborto para nuestra legislación es un crimen, y en ese momento la joven me decía abiertamente que lo iba a cometer, como si fuera un acto totalmente impune. Luego de conversar un rato sobre el problema, me animé a ir un poco más allá de lo estrictamente profesional, y le pregunté:

–"¿En dónde se lo van a hacer? Porque, usted sabe que está prohibido por la Ley".

–"Mire, fui a varias clínicas, pregunté, y en todas me pasaron presupuestos. Elegí la más barata".

Esta joven de clase media me describió, sin saberlo, la realidad que subyace debajo de la corteza que llamamos "realidad". En la Argentina, el aborto clandestino es una práctica difundida. Su costo es variable, y necesita el amparo no sólo de una clínica con profesionales carentes de toda ética, sino también de la complicidad de los que deben ocuparse del cumplimiento de la Ley y de la Justicia. Generalmente, el móvil de esta complicidad de silencio es, desde luego, el dinero.

EL FETO, ¿ES MI PRÓJIMO?

Esta imagen de un feto de 11 semanas, fallecido naturalmente, destruye el argumento de que en esa fase del embarazo se aborta un amasijo de células - Foto Periódico Actuall

¿No sabemos todavía que el Señor fue quien nos amó primero? ¿No es verdad que fue Él quien nos eligió primeramente a nosotros antes de que nosotros pensáramos o soñáramos en Él? (Juan 15:16; 1 Juan 4:19). Este amor –y esta elección de Dios– ¿no existían ya antes de nuestra concepción? ¿No ha sido la mano de Dios la que nos ha formado en el vientre de nuestra madre? (Salmos 139:13).

Si el feto se halla en las manos de Dios, ¿no debemos, pues, amarle aunque sólo sea por respeto a la acción divina y a la mano todopoderosa que está realizando su obra? ¿Es que, acaso, no fue esta misma mano la que nos formó a nosotros de manera parecida cuando todavía nos hallábamos en el seno de nuestra madre? ¿No fue ésta nuestra propia experiencia cuando aún éramos fetos?

¿No deberíamos, entonces, respetar todo feto por amor a nosotros mismos? Si lo que nos valoriza es el mismo amor de Dios, ¿en qué época debutó dicho afecto por nosotros? ¿No comenzó todo –como en el caso de Jeremías– antes de que nos formase en el vientre, antes de que naciéramos? (Jeremías 1:4-5).

Un bosquejo de nosotros mismos

Si este amor de Dios fue sobre nosotros el más decisivo elemento prenatal y preexistencial, cuando en la mente divina no éramos más que el bosquejo de nosotros mismos, ¿no se aplicaría también a todos los demás fetos del mundo? Si es así, ¿podemos negarnos a reconocer en ellos, en cada uno, a nuestro prójimo? ¿Quién nos echó al vientre de nuestra madre y quién nos sacó de allí? ¿Quién nos hizo estar confiados en los pechos de aquella por la que vimos la luz?

El Salmo 22:10-11 tiene la respuesta: Dios. ¿No ofrece esta acción de Dios una dignidad suprema a todo esto? ¿No los ama el Señor con sumo cuidado y preocupación? ¿No debemos respetar la mirada de Dios y los planes divinos? “Tus ojos vieron mi cuerpo aun imperfecto –exclama el salmista–, y en tu libro todos mis miembros estaban escritos; que fueron luego formados, sin faltar uno de ellos.” (Salmos 139:16).

A la izquierda un embrión humano de 30 días; a la derecha el mismo embrión con 56 días donde ya se aprecian claramente cuerpo, cabeza y extremidades –Naturaleza Educativa.

Y Dios se hizo embrión...

¿Era ya Dios el Señor nuestro, cuando estábamos en el vientre de nuestra madre? Así lo afirma el Salmo 22: “Desde el vientre de mi madre tú eres mi Dios” (Samos 22:10).

¿No habla Lucas, el evangelista, del feto Juan Bautista y del embrión Jesús en el primer capítulo de su Evangelio? ¿Y no le da al feto Juan Bautista, el nombre significativo de “criatura”, o “niño” (Lucas 1:41), sin hacer diferencia entre los diversos grados de crecimiento o maduración del feto, quien luego será niño, joven, adulto, y finalmente viejo?

El feto Juan Bautista, ¿no saltó de gozo cuando su madre Elizabeth oyó el saludo de María? (Lucas 1:41-44). Un feto que se goza en la venida de su Salvador –embrión todavía en el seno de la bienaventurada María–, ¿es acaso menos que un ser humano?

“Desde el vientre de mi madre tú eres mi Dios” (Salmos 22:10)

Estos hechos ¿no otorgan valor, paralelamente al que le conceden al embrión Jesús y al feto de Juan Bautista, a todos los otros fetos humanos? Este encuentro de los fetos, llevados por sus respectivas madres, ¿no fue acompañado de una manifestación plena del Espíritu Santo sobre Elizabeth, justo cuando la criatura saltó en su vientre? Así lo indica el versículo 41.

El Espíritu Santo concibió a Jesús en el seno de María. ¿Podía él concebir un simple objeto? El embrión Jesús, ¿no era ya plenamente divino y plenamente humano? ¿No lo fue desde el mismo instante en que fue concebido por la acción milagrosa del Espíritu Santo, cuando el ángel saludó a María?

La humanidad de "los embriones"

Embrión humano, de apenas 8 semanas de vida. ¡El mayor milagro de Dios!

Si el embrión que habitó el vientre de María era plenamente humano, ¿no lo son igualmente todos los demás embriones? El embrión del hombre, de cualquier hombre, ¿no es semejante al embrión de Jesús?

El embrión de nuestro prójimo, ¿no es nuestro prójimo también?

Alguien exclamará: “El embrión es un hombre incompleto, inacabado”. ¿Y quién es el adulto que, delante del juicio de Dios, se atreverá a pretender una madurez total y una perfección sin mácula?

Lo incompleto, lo inacabado, ¿no constituyen, acaso, las características de la condición humana? ¿O dice el Evangelio que nuestra plenitud, que nuestra madurez y perfección no serán alcanzadas sino por la gracia de Dios?

El feto no es diferente a un adulto

El feto sólo es diferente del adulto de un modo cuantitativo pero no cualitativo. ¿Qué cantidad de información sobre madurez, experiencias, lógica y demás datos precisamos para poder considerar al embrión como prójimo para respetarle y no matarle?

La misma debilidad y fragilidad del feto ¿no solicita de nosotros protección paciente y amor sin reservas? ¿Es que el embrión sólo trae problemas? ¿Viene solamente a complicar la vida? ¿La vida de quién: de la madre, de la familia...? ¿O del padre, extrañamente ausente de estas consideraciones y primer responsable, sin lugar a dudas?

Si la comparación entre dueño y criado que se da en el libro de Job puede transplantarse a la relación entre el padre e hijo, ¿no podríamos parafrasear así: “¿Acaso Aquél que me hizo en el seno materno, no lo hizo también a él? ¿No fue uno mismo el que nos formó en la matriz?" (Job 31:15). Si yo desprecio la vida del feto cuando me resulta inoportuna, ¿qué hará Dios conmigo cuando me llame a rendirle cuentas de todas mis torpezas y del mucho tiempo en que he estado fastidiándolo e importunándolo?

Escrito por el Dr. J.P. Lebetrner, en su libro “El aborto”. Ed. Evangélicas Europeas, 1975


El aborto, desde el punto de vista médico

Aborto provocado terapéuticamente: Embrión extraído como consecuencia de una operación de extirpación de útero, a una mujer embarazada de unas 10 semanas, y enferma de cáncer de cérvix. Es una muerte inevitable, por causas de salud.
Aborto provocado criminalmente: Embrión extraído por desmembramiento, como consecuencia de un embarazo no deseado o para ocultar una actividad sexual irresponsable o ilegítima. Es una muerte injustificable y un crimen de asesinato.

El aborto, desde el punto de vista médico, se define como “interrupción del embarazo” antes de la semana 20 de gestación (recordemos que normalmente el embarazo dura cuarenta semanas).
Diversas pueden ser las causas que lo provoquen: infecciones o enfermedades maternas, causas genéticas, etc. El aborto puede ser espontáneo o provocado. A su vez, el aborto provocado puede ser terapéutico o criminal. El terapéutico (que incluso autoriza la legislación argentina y en la mayor parte del mundo), se realiza cuando la persistencia del embarazo pone en grave peligro la vida de la madre. Esto ocurre excepcionalmente, gracias a la multiplicidad de recursos médicos disponibles en la actualidad, que permiten superar trastornos cardíacos, renales, etc. Pero el tipo más común de aborto es el criminal. De cada cien abortos, se estima que el noventa por ciento son criminales. No hay cifras seguras debido a la clandestinidad que los rodea. Las motivaciones para el aborto son variables. En la Argentina, la mayor proporción de abortos criminales corresponde a mujeres casadas o unidas de hecho, que muchas veces los provocan con desconocimiento de sus parejas, concurriendo a personas y/o lugares de baja confiabilidad. Los riesgos más comunes son la hemorragia y la infección, además de lesiones viscerales por perforación del útero, ya que no sólo los abortos criminales son realizados por profesionales que actúan fuera de la Ley, sino también por vecinas, y aún por las mismas embarazadas. El folklore acerca de los métodos es tan diverso que asombra cualquier imaginación, yendo de plantas como el tártalo o el perejil a instrumentos metálicos, pasando por diversas infusiones o drogas. De este modo se pone en peligro la vida de la mujer. No resulta casual que la causa más frecuente de muerte de la mujer durante el embarazo sea el aborto.

Testimonio de una madre soltera:

"Yo le dije no al aborto"

Corrían tiempos difíciles. Mi adolescencia transcurría con todas las cosas que el mundo ofrece: riquezas, alegrías pasajeras y ambiciones de tener "todo y nada". Tenía todo lo que podía llegar a soñar: una casa, mis libros, mi música, mis amigos, y hasta también un novio, pero esa es otra historia.

Estaba sola, en una soledad fría e indescriptible, una soledad que el mundo no puede cambiar, porque no hay en él amor suficiente. Era una tarde de septiembre de 1982, cuando mirándome al espejo descubrí que había algo extraño en mí. Me sentía incómoda, pero a la vez estaba contenta, tenía alegría y miedo a la vez. En efecto, estaba embarazada.

Sentimientos encontrados

No puedo explicar lo que sentí. Por mi mente pasaban miles de cosas, sueños, ilusiones, pero no estaba casada. Era y soy hija única, tenía novio desde hacía tres años. Pasaba el tiempo pensando cómo haría para enfrentar el nuevo ser que venía en camino.

Tenía sólo diecisiete años. Cuando lo supo mi novio, me ofreció la única solución que el mundo puede ofrecer: el aborto. Escuchaba las dos voces. La de Dios que me decía que aún me amaba, y la de Satanás que me decía "sos una adolescente llena de sueños, ¿cómo vas a hacer? ¡Aborta, total nadie se va a enterar!".

Una decisión difícil

¡Qué difícil! Crecía mi vientre con mis temores y mi alegría de saber cómo se llamaría, hasta que un día, estando ya internada, escuché hablar a Jesús como nunca lo había escuchado: cerca mío. Y me di cuenta que era pecadora, pero también que Dios estaba esperando todavía por mí, y me ofrecía una vida nueva en su Hijo. Que no importaba mi condición de madre soltera.

Sólo importaba, que Jesús había muerto en una cruz y había pagado allí todos mis pecados. Al amanecer del 3 de abril de 1983 nacía mi hijo. Fue un domingo de Pascua, día de Resurrección. Ese día también resucitó mi vida y la de Matías, fue allí que le dije "Sí" al Señor. Y volví a la casa de mis padres sola, junto a mi hijo, sin marido, pero con Cristo en mi corazón.

Ahora te toca a vos

No sé quién sos, ni qué sentís: sólo Dios lo sabe. Pero yo te animo a que si te encontrás en una situación como la mía, no te amargues: es difícil ser adolescente, con toda la vida por delante, y estar embarazada. Pero creéme, el aborto no es la solución: es la destrucción. La solución está en Cristo, y en vos que le abras tu corazón y lo dejes entrar en tu vida, para que él pueda hacer en vos y en ese fruto de tu vientre, dos vidas nuevas, dos vidas llenas de amor y alegría. Pensalo, todavía estás a tiempo. Jesús dijo: "Estas cosas les he hablado para que en Mí tengan paz. En el mundo tendrán tribulación (dificultades); pero confíen, Yo he vencido al mundo" (Juan 16:33). Y la Biblia agrega: "Porque éste es el amor de Dios: que guardemos Sus mandamientos, y Sus mandamientos no son difíciles. Porque todo lo que es nacido de Dios vence al mundo. Y ésta es la victoria que ha vencido al mundo: nuestra fe” (1 Juan 5:4). Que Dios te bendiga.

Viviana Franco, para Visión Joven.

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